12 mayo, 2007

Nicodemo

La imagen del Santo Varón Nicodemo fue realizada por el imaginero D. Juan Manuel Miñarro López en el año 2001.

Nicodemo era un prominente judío en el tiempo de Cristo, mencionado solamente en el cuarto Evangelio. El nombre es de origen Griego, pero en esta época tales nombres fueron ocasionalmente tomados por los Judíos, y, de acuerdo con Josefo, Nicodemo era el nombre de uno de los embajadores enviados por Aristóbulo a Pompeyo. Nicodemo era un fariseo, y en su capacidad de sanedrista, (Jn VII, 50) era un líder de los Judíos. Cristo, en la entrevista cuando Nicodemo viene a él por la noche, lo llama un maestro en Israel. A juzgar por Jn XIX, 39, Nicodemo debe haber sido un hombre de medios, y es probable que ejerciera cierta influencia en el Sanedrín. Algunos escritores conjeturan de su pregunta: “¿Cómo puede un hombre nacer cuando es viejo?”, que el era ya avanzado en años, pero las palabras son muy generales para garantizar tal conclusión. Aparece en esta entrevista como un creyente inteligente e instruido, pero tímido y no fácilmente iniciado en los misterios de la nueva fe. El después aparece (Jn VII, 50-51) en el Sanedrín ofreciendo una palabra en defensa de los Galileos acusados; y podemos inferir de este pasaje que abrazó la verdad tan pronto como se le dio a conocer. Finalmente es mencionado en Jn XIX, 39, donde es mostrado cooperando con José de Arimatea en el embalsamamiento y sepultura de Jesús. Su nombre aparece mas tarde en algunos de los escritos apócrifos, p. ej. , en la llamada "Acta Pilati", documento heterogéneo que en el siglo XVI fue publicado bajo el título "Evangelium Nicodemi" (Evangelio de Nicodemo). La fecha de su muerte es desconocida. El Martirologio Romano conmemora el hallazgo de sus reliquias, junto con las de los Santos Esteban, Gamaliel y Abibo, el 3 de agosto.

José de Arimatea

La imagen del Santo Varón José de Arimatea fue realizada por el imaginero D. Juan Manuel Miñarro López en el año 2002.




Los cuatro evangelistas le mencionan, aunque muy brevemente, y todos coinciden en señalar su intervención en el mismo episodio, el único por el cual este notable de Jerusalén, miembro del Sanedrín, «hombre rico» según Mateo, «ilustre» según Marcos, aparece de un modo fugaz en la historia de Cristo. José pide permiso a Pilatos para sepultar a Jesús, y una vez concedido, con la ayuda de Nicodemo desclava el cuerpo de la cruz y lo lleva a un nuevo sepulcro excavado en la roca (por eso la tradición cristiana le hace patrón de embalsamadores y sepultureros). Es cuanto se nos dice de él. ¿Quién fue este piadoso personaje? «Persona buena y honrada», le describe san Lucas, «que aguardaba el reino de Dios», o sea «que era también discípulo de Jesús» (Mateo), «pero clandestino, por miedo a las autoridades judías» (Juan). Un discípulo vergonzante que ahora, «armándose de valor», precisa Marcos, reclama el cuerpo del Maestro. Jesús acababa de morir ignominiosamente, Pedro ha renegado de Él por tres veces en público, los apóstoles, acobardados y vencidos por el desaliento, se esconden o se dispersan, y en la prueba el único que da la cara, el único que se arma de valor, es un discípulo secreto que hasta ahora no se atrevía a declarar su condición. José de Arimatea inspira un gran respeto, y la leyenda (que le hace recoger en el Gólgota, con el santo Grial, la sangre de Cristo) subraya esa dignidad del que sale de la sombra en el peor momento con una valentía que no tuvieron los más fieles. Él, quizá mal visto por los apóstoles, que podían reprocharle que no se comprometiera, tiene el incontenible arrojo de los tímidos, la impensada serenidad de los nerviosos, la brusca decisión de los titubeantes, y por eso se le venera, por haber hecho valientemente misericordia con el Señor.

María Magdalena


La Solemne Bendición de las imágenes de las Santas Mujeres, obra del escultor imaginero y Dr. en Bellas Artes D. Juan Manuel Miñarro López, tuvo lugar el día 29 de marzo de 1998.




La ceremonia corrió a cargo del Rvdo. Padre D. José Amat Cortés, Director Espiritual de la Hermandad en aquel año. Fue apadrinada la Bendición por don Manuel Blanes Arrufat, Prioste de la Hermandad, doña Inmaculada González Vivas, Vocal de Cultos, y por el Hermano don Antonio Montellano Fenoy.


Asistieron como invitados a la ceremonia el presidente de la Agrupación de HH y CC y miembros de su Junta de Gobierno, así como representaciones de las Hermandades de Penitencia.

Participó el Coro de la Cofradía de Nazarenos durante la Santa Misa. Concluyó el acto con la actuación de la Agrupación Musical San Indalecio de La Cañada.





Magdala, la ciudad natal de María, estaba a tres millas de Capernaum. No es raro pues que oyera pronto de Jesús y se pusiera en contacto directo con El. María era un personaje conocido en Magdala. Era relativamente rica y había estado sujeta a la influencia de los demonios. Algunos dicen que era adúltera, pero no es justo decirlo no teniendo ningún dato. No tenía nada que ver con la mujer pecadora que lavó los pies a Jesús. Podemos suponer, por su posesión de demonios, que era de naturaleza apasionada e impetuosa. Pero María se había librado de estas influencias. Jesús expulsó sus siete demonios y a partir de aquel momento, María Magdalena, dedicó su fervor apasionado a servir a Jesús.
Permaneció con las mujeres que seguían a Jesús y sus discípulos, que les servían según necesitaban y que cuidaban de ellos. Necesitaban dinero, alimento, vestido. El dinero lo proveían estas mujeres, según vemos en Lucas 8:3.
Pero, este servicio material no era la única prueba de lealtad de María Magdalena a su Salvador. Cuando Jesús fue a Jerusalén para sufrir y ser crucificado, María Magdalena le acompañaba. En la cruz, todos los discípulos excepto Juan, habían huído en el momento de la crisis. Pero, María Magdalena permaneció y fue testigo de la muerte de Jesús (Marcos 15:40,41). Y después de los sucesos del Gólgota, participó en los preparativos de su entierro. Fue también una de las mujeres que se dirigió al sepulcro para derramar especias sobre la tumba. Y cuando hallaron que el cuerpo no estaba allí, fue María la que fue a Jerusalén y halló a Pedro y le comunicó la noticia que lo habían robado.
Pero, esto no fue bastante. Regresó inmediatamente a la tumba, probablemente antes que los apóstoles llegaran allí. Sabemos que tuvo un encuentro con Jesús y que no le reconoció, pero fue sin duda la primera mujer que le vio. Fue necesario que Jesús la llamara por su nombre antes que sus ojos fueran abiertos. Entonces le reconoció y cayó de rodillas. Otra vez muestra su celo y trata de acercarse a Jesús, pero el Señor le ordena que no le toque. En su fervor, consumida por él, como en todo en su vida, Jesús tuvo que frenar a María. Cuan distinta, por ejemplo, de María de Nazaret, o de Salomé, o de Marta, la hermana de Lázaro.

María de Cleofás

La imagen de la Santa Mujer María de Cleofás es obra del imaginero D. Juan Manuel Miñarro López en el año 1998. Fue bendecida el Domingo de Pasión, 29 de marzo de 1998, a las 21 horas, en la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol.

A María de Cleofás –así llamada por el marido Clopa o Cleofás— comunmente se le considera la madre de los “hermanos del Señor” Santiago el Menor, apóstol y obispo de Jerusalén, y José. El historiador palestino Hegesipo dice que Cleofás era hermano de san José y padre de Judas Tadeo y de Simón. Este último fue elegido para suceder a Santiago el Menor en la sede episcopal de Jerusalén. La identificación de Alfeo con Cleofás llevó a algunos exegetas a considerar a María de Cleofás cuñada de la Virgen María, y madre de tres apóstoles. Cleofás (Alfeo) es, además, uno de los discípulos que el día de la resurrección de Jesús, mientras iban hacia Emaús, fueron alcanzados por Jesús a quien reconocieron en la “fracción del pan”. Mientras el esposo se alejaba de Jerusalén, con el corazón lleno de melancolía y desilusión, la esposa María de Cleofás, siguiendo el impulso de su corazón, iba de prisa a la tumba del Redentor para rendirle el extremo homenaje de la unción ritual con varios ungüentos. En efecto, el viernes por la tarde se había quedado atrás con María Magdalena para ver “en dónde lo dejaban”. Dice el evangelista Marcos: “María la Magdalena y María, la madre de Santiago el menor y de José miraban dónde lo ponían”. Pasado el sábado, muy de mañana, mientras el marido regresaba a casa, María de Cleofás y las otras compañeras “compraron perfumes y fueron a hacerle las unciones”; pero el ángel les anunció: “No está aquí, ha resucitado”. A las piadosas mujeres, que fueron al sepulcro con sus ungüentos y con su dolor, les correspondió el privilegio de conocer las primeras la noticia de la resurrección: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”. “Si Cristo no resucitó -dirá San Pablo- nuestra fe no vale nada y nosotros seríamos unos mentirosos… Pero Cristo resucitó y es la primicia de los otros que ahora duermen y resucitarán”. Esta alegre noticia se la llevaron a los “Doce y a todos los otros” unas pocas mujeres, entre ellas María de Cleofás.

María Salomé

La imagen de la Santa Mujer María Salomé fue realizada por el imaginero D. Juan Manuel Miñarro López en el año 1998. Fue bendecida en Domingo de Pasión, 29 de marzo de 1998, a las 21 horas, en la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol.


Santa María Salomé tenía tanto amor por Jesucristo, que le siguió hasta el Calvario, con Santa María Magdalena y María, madre de Santiago. Así, en el momento en que los discípulos abandonaban al Salvador, esta santa mujer le permaneció fiel. Ella proporcionó perfumes para ungir el cuerpo de Jesucristo y, el domingo, fue al santo sepulcro muy de mañana con sus dos compañeras. Allí, encontraron a un ángel que les anunció la resurrección de Jesucristo.

Judío sanedrita

La imagen del judío sanedrita fue realizada por el imaginero D. Juan Manuel Miñarro López en el año 2004.


Romano

La imagen del romano fue realizada por el imaginero D. Juan Manuel Miñarro López en el año 2003.